Rosamaría nació en Veracruz el 30 de agosto de 1945, y como lo relata en Amora, un poco antes de cumplir los cinco años, a su papá, que era periodista, le ofrecieron un trabajo en la ciudad de México. Desde entonces vive en el D. F y reconoce que no podría vivir en otro lado.

Fue periodista durante veinte años e hizo cine comercial extranjero. Actualmente es traductora y correctora de estilo, además de dar talleres sobre crecimiento interior.

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Se dio cuenta de su perspectiva feminista cuando en el año 1977 le mandaron a cubrir el Simposium sobre Investigación de la Mujer, donde por cosas de la vida le tocó cubrir la sección de las feministas, y en el momento justo al oírlas hablar, se dio cuenta de que ella era feminista.

Todo su enfoque de vida y lo que anhelaba estaba mucho más de acuerdo con esta ideología que con otra cosa que hubiera conocido durante toda su vida, de hecho, sus mejores amigas son de ese período hasta la actualidad.

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Rosamaría Roffiel ha señalado que inició la escritura de Amora en 1982, después de sufrir una ruptura amorosa y como un desahogo a su pena. Interrumpió esta labor durante cinco años y en 1988 la retomó. El volumen fue publicado al año siguiente con gran éxito. La intención principal de Rosamaría al escribir Amora, su novela y texto autobiográfico, consistía en visibilizar que se puede ser lesbiana desde la dignidad y el amor a la vida.

Esta novela fue para que la gente echara un vistazo a los mundos del feminismo y las lesbianas, debido a que nuestra sociedad tiene muy satanizados ambos conceptos, para que a partir de ello pudiesen darse cuenta de que somos mujeres encantadoras, sanas, con una gran dignidad, con un ligado código de ética. Que no somos como los hombres, que nos queremos llevar a la cama a cuanta mujer se nos pone enfrente, sino que poseemos una sensibilidad especial, el no objetualizar y sexualizarnos entre nosotras todo el tiempo siempre será un forma ética de relacionarnos desde la sororidad.
 

Rosamaría decide empezar a escribir desde su ser lesbiana cuando lo descubre a los 20 años. No se considera nada más lesbiana, cree que es una parte inherente a ella, pero no lo es todo. Claro que es una parte importantísima de su vida pero no determina su existencia. Piensa que la lucha más fuerte dentro del movimiento lésbico ha sido a través de la escritura, siente servir más a la causa con lo que escribe, que con irse a una marcha.

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En 1998 recibió un homenaje a su trayectoria por parte de varios grupos lésbicos en nuestro país quienes le dedicaron las 3as Jornadas Lésbico Feministas.